“Un conjunto residencial guiado por el respeto a la
naturaleza”
Serenidad está escrito en grande en cada rincón de Montecito
Beach Village, una íntima colección de villas frente al mar, ubicadas
en la prestigiada Bahía de Conejos en Huatulco, Oaxaca. El
lugar fusiona los elementos del lugar, la fascinante historia prehispánica de
la región y la rica cultura oaxaqueña en un estilo de vida sofisticado y calmo. Gregory
Díaz y su socio Howard Veneklasen, propietarios
del sitio, idearon este concepto y buscaron al reconocido arquitecto Diego
Villaseñor para hacer realidad su visión. Parte de la filosofía fue
destinar los mejores sitios del terreno a las áreas comunes, de esta forma
todos los propietarios pueden disfrutar de estos espacios con vistas
excepcionales. Previo a la construcción se instaló una estación meteorológica
para estudiar el asoleamiento, la ventilación y otros factores que les permitió
determinar la mejor ubicación para cada casa. Las villas se diseñan en conjunto
con el propietario para que puedan adecuarla a su estilo de vida y gustos
personales, pero con el estilo orgánico del sitio.
Esta comunidad exclusiva fue erguida con un método de
construcción tradicional de la costa, altas palapas de palma trenzada, piedra
de majagual y estructura de madera huanacastle, con el apoyo en el interiorismo
del despacho LMI, liderado por Roberto
López. Las viviendas tienen una distribución en una sola planta, para
que no haya necesidad de subir o bajar escaleras para acceder a estas. Asimismo
al club de playa Cala que se encuentra a la orilla del
mar, se puede acceder mediante un teleférico de madera. Cada pequeño detalle
del sitio se sale de lo ordinario, pues fue ideado para integrar el entorno
natural. Como su sistema de paneles solares para abastecer de iluminación el
desarrollo y disminuir el impacto ambiental. Además, se incluyó un huerto del
cual la chef oaxaqueña Claudia Jordán prepara suculentos
platillos.
Extraordinarias obras de artistas oaxaqueños adornan los
espacios comunes y las villas. Adán Paredes creó el mural tras la recepción,
que representa la transformación de una persona al llegar a Montecito, y José
Luis García pintó los cuadros de la sala de estar con tinta de caracoles
púrpura. La filosofía de Gregory y Howard de no dañar el entorno natural
permitió mantener zonas selváticas intactas, por lo que parece que Montecito
creció de la tierra y pertenece a ese lugar, sin embargo, a pocos minutos se
encuentra un campo de golf y el colorido puerto de Huatulco. Vivir la
experiencia Montecito Beach Village no sólo cautiva por
sus bellas y amplias villas, o por sus magníficos paisajes que despiertan los
sentidos, sino por la pasión hacia la naturaleza de que se encierra en cada
pequeño detalle del lugar, y que contagia a quien recorre sus senderos.
Consulte el resto del artículo aquí: