Lo reconocen dentro y fuera de Chile, lo premian, comentan
su trabajo. Pero él es tan esquivo que da escasas entrevistas y ni siquiera
tiene página web con sus obras. La aparición de un libro con una selección de
sus 80 proyectos construidos abre una puerta.
Radic, dice que puede haber sido el dibujo. Que a él le
gustaba dibujar, que hacía retratos; más bien caricaturas. Le iba bien en arte
en el colegio; aunque no era de esos cabros chicos que se pasan el día tirando
rayas sobre un papel. Pero si uno le pregunta por qué decidió estudiar
arquitectura, Smiljan Radic (52) dice eso: que puede haber sido el dibujo.
“Dibujaba bien, así que me metí; pero yo no tenía idea de arquitectura, no
sabía nada”, reconoce. Cuando tuvo sus puntajes en la PAA, postuló a la
Universidad Católica y a la de Valparaíso. Su tercera opción fue Derecho. En la
UC pedían prueba especial de ingreso. Smiljan Radic recuerda que le fue pésimo.
“Me presenté con super buen puntaje, estaba tercero para entrar, pero en
esa prueba especial me fue mal. Bajé al puesto 58. Nunca entendí mucho la
prueba, no conocía ningún arquitecto local ni global, era absolutamente
ignorante en ese sentido. Con mi puntaje pensaba ‘cómo no voy a quedar’; y casi
no quedo”, dice. Ya adentro, en segundo año en la UC, tuvo la idea de cambiarse
a Leyes. “Me parecía medio aburrida la arquitectura, pero al final por flojera,
por no dar la prueba de nuevo, me quedé y chao”.
Hoy Smiljan Radic es uno de los arquitectos chilenos más conocidos a nivel
internacional, ha sido premiado, es admirado por sus pares, ha expuesto sus
obras en lugares tan apetecidos como la Bienal de Venecia o la galería
Serpentine en Londres. En la primera hizo una instalación en piedra inspirada
en los cuentos de los hermanos Grimm ilustrados por el artista británico David
Hockney. En la segunda fue escogido para construir el codiciado pabellón de
verano, una estructura con formas sinuosas que se le ocurrió al leer el Gigante
egoísta, de Wilde. En Chile es el cerebro detrás del restaurante Mestizo, de la
bodega de la viña Vik, de la reciente ampliación y remodelación del Museo
Chileno de Arte Precolombino, de la sala cultural Nave, del próximo Teatro
Regional del Biobío, por nombrar algunas obras.
Es además un arquitecto ermitaño. Que habla poco con la prensa, que no
participa de la vida social, que ha dado escasas entrevistas. Que no usa
WhatsApp. Que responde brevísimos los mails. Que no tiene página web para
mostrar su trabajo.
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